A Dora la conozco, como a sus hermanos, casi desde que nació. Cierto que han podido pasar años sin que la viera, pero como pasa con estos peques que cada vez son menos peques uno nunca deja de tenerles cariño especial.
Recuerdo que su equipo de baloncesto, el de Julieta Cordero ese año también, tuvo un partido con el Fresas de Guillermo. Su entrenadora era la persona más incapacitada para dirigir cualquier grupo de chavales y menos un equipo deportivo: continuamente les gritaba lo inútiles que eran, lo mal que lo hacían, destacaba los defectos de cada miembro, los ridiculizaba… ¡Me dieron unas ganas de decirle algo! Juli, después, me confirmó que era siempre así y que era difícil jugar con ella al mando.